WANDERER

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2023

 

565 · Descubren la tumba de un antiguo líder de la Península Ibérica, con más de 4500 años de antigüedad. Todos dan por hecho que se trata de un varón, pero no, investigaciones posteriores demuestran que era una mujer, una lideresa del mundo antiguo. Corre entonces por las Redes la noticia, engalanada de optimismo feminista, pues el hallazgo parace demostrar que el patriarcado no ha sido siempre la norma, que existen casos contrarios al mismo. La noticia (en el medio que yo he consultado) habla de los "matriarcados" y habla de los "roles de género"... ¿De veras el caso de una lideresa representa el caso de una sociedad matriarcal y en la que los roles de género no dan lugar al machismo imperante en otras sociedades? Por supuesto que no. Tampoco los casos de Cleopatra, de Isabel la Católica o de la Reina Victoria sugieren que la sociedad egipcia, el Reino de Castilla o el Imperio Británico fueran ejemplos de sociedades matriarcales y libres del machismo. No. La lectura "feminista" que se hace de estos casos es ingenua. Estos casos solo ayudan a entender que la base del machismo no está ligada a la cuestión del liderazgo social... Todos los líderes sociales podrían ser mujeres y, aún así, la sociedad en su conjunto podría seguir siendo patriarcal y machista. Porque la figura de "el/la líder" es demasiado singular, y por ello no refleja los rasgos del resto de relaciones sociales. El líder/lideresa es solo uno/una. La figura de una mujer líder no habla de los "roles de género" en términos generales, sino solo de esa posición de líder. En el resto de la sociedad pueden perfectamente seguir operando los roles de género que reconocemos como parte del machismo social. Y, viendo lo visto, esto es lo más probable.


566 · Reflexiono sobre el uso de "todes" y otras palabras semejantes. La tendencia responde a los -digamos- sesgos de género y sesgos marchistas ocultos en el lenguaje. El hecho de que, en castellano, el término masculino "todos" se use también como neutro o genérico, para referirnos a todos y todas, es algo que algunos feminismos ven con malos ojos, pues ello parece establecer una preponderancia o supremacía masculina. Se piensa, por ello, incidir consciente y voluntariamente sobre los usos del lenguaje, para corregir tal arbitrariedad. Se ha sugerido así que también es correcto decir "todas" cuando el conjunto referido incluye hombres y mujeres. Poco después, empieza a sugerirse el uso del "todes" como término de género neutro o indefinido, no solo para evitar la preponderancia de uno de los géneros, sino para indicar la irrelevancia del género o, más aún, para reivindicar la libertad de cada cual de identificarse con el género que le plazca. Así, un matrimonio de hombres homosexuales que han adoptado a un hijo (nacido varón), se refieren a sí mismos como "todes", porque no quieren prefijar el género del mencionado hijo (al que, por supuesto, denominan "hije"). Quedan así mezcladas -o confundidas- dos cosas y dos luchas distintas: las luchas feministas que se debaten entre los roles de género masculino/femenino, y las luchas del colectivo LGTBI+XYZ (añado yo el XYZ adelantándome a futuras denominaciones). Tal confusión de luchas tiene, por un lado, sentido, pero por otro lado no lo tiene. O sea, tiene una razón de ser, pero tal razón yo la creo equivocada (y por eso digo que se trata de una "confusión"). Pero volvamos al uso del "todes" o, en general, a esa tendencia de incidir en los usos del lenguaje como parte de la lucha feminista u otras luchas vinculadas a la identidad de género. La cuestión es: una sociedad cuyo lenguaje no incurre en las designaciones de género en las que incurre el castellano (p.ej. usar el masculino como neutro), ¿se traduce en una sociedad menos machistas y más inclusiva respecto a la identidad de género? O cabría preguntarlo de la siguiente manera: ¿es la sociedad angloparlante menos machista y más inclusiva que la nuestra? A mi modo de ver, la respuesta es rotundamente NO. 

Por supuesto, y por descontado, cada cual puede hablar como quiera. La cuestión aquí es qué se logra o no con ello, si sirve de algo o si, incluso, puede llegar a ser contraproducente. Pensar que decir "todes" nos acerca a un mundo más feminista e inclusivo es una ingenuidad total. Todos podríamos acogernos a ese uso y, mientras tanto, seguir comportándonos exactamente igual respecto a las cuestiones de género (tal y como, de hecho, ocurre en las sociedades de habla inglesa). 

La confusión de quienes iniciaron esta tendencia se debe a que pensaron recíproca o simétrica la relación entre los usos del lenguaje y los usos y costumbres que establecen las relaciones sociales. Existe ahí una relación evidente: en el lenguaje cristalizan los usos y costumbres que establecen las relaciones sociales. Si cambiamos estos últimos (que en verdad son los primeros) cambiará también el lenguaje; pero no al revés. No podemos atacar al machismo estructural de una sociedad atacando al lenguaje. No. Hay que atacar directamente a las costumbres, y el lenguaje, por sí solo, se irá entonces adaptando a la nueva realidad social. 

567 · El otro día supe de unas jornadas de discusión cuyo título rezaba "¿Hay que defender la democracia?". Me hubiera gustado asistir para escuchar lo que se dijo al respecto. Con independencia de las posibles respuestas, me sorprende y me alegra que, al menos, se plantee la pregunta. No me extrañaría mucho que los asistentes defendieran unánimemente la democracia; seguro que se hicieron  críticas a los modelos reales hoy existentes, con cosas que cambiar o pulir... pero me extrañaría bastante que alguien allí defendiera abiertamente que no hay que defender la democracia, pues ello es hoy un verdadero anatema. Se da por supuesto que hay que defender la democracia. Y por eso la sola pregunta produce ya cierta desavenencia, porque cuestiona lo que para muchos es incuestionable. "La democracia es buena porque cualquier alternativa supone dictadura o totalitarismo, etc." Pero yo pienso que la cuestión es más compleja que eso. 

Yo, por ejemplo, preguntaría quién gobierna realmente en una social-democrática como las que conocemos en Occidente. ¿Gobierna realmente el presidente y los ministros, en representación de ciertas mayorías sociales? Eso es lo que se supone. Bien conocida es, ante esta idea, la réplica sobre las minorías (dictadura de la mayorías). También, sobre el asunto de las mayorías, está la cuestión de hasta qué punto los ciudadanos que la conforman están realmente bien informados, votando por sus verdaderos intereses, o si han sido manipulados por los poderes mediáticos. ¿Quién tiene más poder en una democracia: los ciudadanos o los medios de (des)información de los ciudadanos? Y otra cosa más, también clásica: ¿No están los Gobiernos, los medios y los ciudadanos siempre subyugados a un poder económico superior? Cuando el asunto de la democracia se plantea desde una mentalidad "de izquierdas", se piensa en ello como herramienta de cambio social: "el voto es un arma", se dice. La democracia (la socialdemocracia) ha renunciado así a la lucha en un sentido real, conformándose con ese sentido figurado. Pienso que esto sería correcto si no hubiera poderes económicos por encima del poder político. Pero, existiendo esos poderes superiores... ¿Cómo derrocarlos políticamente? No. No se puede. La revolución que haría falta para cambiar realmente las cosas no se dará nunca en las urnas. El pacifismo es, obviamente, una ideología que solo beneficia a los poderosos.

En todo caso, quede claro también que, por mi parte, no digo nada de esto pensando en que una revolución social violenta fuera a solucionar las cosas. Podría cambiar las cosas, pero lo que viniera después no creo que tardara en torcerse. Y esto no es pesimismo. Simplemente creo que no es posible organizar una sociedad de millones de personas sin que medien miles de aparatos tortuosos de control y de dominación. Yo no creo en la gran sociedad. Me parece injusta e hipócrita. No me hace ilusión participar de ella, así que mi opción es la de buscar espacios vivibles en los márgenes e intersticios de la sociedad. Puestos a ello, pienso que es mejor que la cosa se mantenga así, democrática y pacífica. No creo que la democracia, tal y como la conocemos, sea realmente democrática, pero sí proporciona un contexto en el que es más fácil y más seguro establecer modelos marginales de autogestión. Es decir, en resumen: yo sí creo que hay que defender la democracia, pero no porque esta proporcione un lugar justo y socialmente saludable, sino porque hace que, en general, la sociedad sea pacífica y dócil, y ello nos permite vivir sin mayores riesgos al margen del gran tinglado democrático, sin necesidad de exiliarnos. Es como vivir en una selva a la que hubiéramos privado de fieras y alimañas venenosas.